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La batalla de Platea (en griego moderno Μάχη των Πλαταιών/Machē tōn Plataiōn,[6] en persa جنگ پلاته) fue la última batalla terrestre de la segunda guerra médica. Se libró en el 479 a. C. cerca de la ciudad griega de Platea, en Beocia, y en ella se enfrentaron una alianza (simaquía) de ciudades-estado de la antigua Grecia, la liga panhelénica, compuesta por Esparta, Atenas, Corinto y Megara, contra el Imperio persa de Jerjes I.
El año anterior, la fuerza de invasión persa, liderada por su rey en persona, había logrado victorias en las batallas de las Termópilas y Artemisio, y conquistado Tesalia, Beocia y el Ática. Sin embargo, en la posterior batalla de Salamina, la armada aliada griega obtuvo una inesperada victoria e impidió la conquista del Peloponeso. Jerjes se tuvo que retirar con gran parte de su ejército y dejó a su general Mardonio para que acabara con los griegos al año siguiente.
En el verano del 479 a. C. los helenos reunieron un gran ejército y salieron del Peloponeso mientras que los persas, llamados medos por los griegos, se retiraron a Beocia y construyeron un campamento fortificado cerca de Platea. Sin embargo, los helenos rehusaron combatir en los siguientes once días en el terreno favorable para la caballería que rodeaba el asentamiento persa e iniciaron una retirada parcial obligados por la interrupción de sus líneas de suministro, lo que fragmentó su línea de batalla. Los medos interpretaron esto como una retirada total y Mardonio ordenó a sus fuerzas perseguirlos, pero los helenos se detuvieron, plantaron batalla, mataron a Mardonio y derrotaron a la infantería persa.
Una gran parte del ejército aqueménida fue atrapado en su campamento y masacrado. La destrucción de este ejército y la derrota en la batalla de Mícala, que presumiblemente se libró el mismo día, terminó definitivamente con la invasión persa de Grecia. Después de Platea y Mícala los aliados griegos pudieron tomar la iniciativa contra los medos y dar inicio a una nueva fase de las guerras médicas. Aunque Platea fue en todos los sentidos una victoria decisiva para los griegos, no parece que se le haya dado el mismo reconocimiento, incluso en su tiempo, que a la victoria ateniense en Maratón, o incluso la derrota aliada en las Termópilas.